Feliz día a los divos de la información.

Se supone que escribiría algo por este día. Pero llevo dos semanas de mal humor y hoy es el punto más alto de amargura. Tengo meses sin ir al cine, comienzo a sentir nostalgia y soledad reprimida.

Mi humor no debería ser catalizador para escribir bien o mal… tampoco debería serlo mi muso, el clima, el lugar, el nivel de estrés o ciclo menstrual.

Pero nada es como debería ser…

No es sólo el avance tecnológico lo que marcó el inicio de este milenio.
Las relaciones afectivas también están pasando por profundas transformaciones y revolucionando el concepto de amor.
Lo que se busca hoy es una relación compatible con los tiempos modernos, en la que exista individualidad, respeto, alegría y placer por estar juntos, y no una relación de dependencia, en la que uno responsabiliza al otro de su bienestar.

La idea de que una persona sea el remedio para nuestra felicidad, que nació con el romanticismo está llamada a desaparecer. El amor romántico parte de la premisa de que somos una parte y necesitamos encontrar nuestra otra mitad para sentirnos completos.
Muchas veces ocurre hasta un proceso de despersonalización que, históricamente, ha alcanzado más a la mujer. Ella abandona sus características, para amalgamarse al proyecto masculino.

La teoría de la unión entre opuestos también viene de esta raíz: el otro tiene que saber hacer lo que yo no sé. Si soy manso, ella debe ser agresiva…

La palabra de orden de este siglo es asociación. Estamos cambiando el amor de necesidad, por el amor de deseo. Me gusta y deseo la compañía, pero no la necesito, lo que es muy diferente.

La nueva forma de amor, apunta a la aproximación de dos enteros, y no a la unión de dos mitades.
Y esta unión sólo es posible para aquellos que consiguieron trabajar su individualidad. Cuanto más se sea capaz de vivir sólo, más preparado se estará para una buena relación afectiva.
Las buenas relaciones afectivas son óptimas, son muy parecidas a estar sólo, nadie exige nada de nadie y ambos crecen. Relaciones de dominación y de concesiones exageradas son cosas del siglo pasado.

Flavio Gikovate.

Enjoy*

Suelo disfrutar el paseo en el transporte público. Es como una especie de aventura en la que nunca se sabe que va a pasar; si saldrás vivo, si te robarán o que te venderán. También debo admitir que no salgo en horas de mucho tráfico, lo que le dá mayor tranquilidad al paseo.

Para mí, el metro es el lugar perfecto a la hora de leerme las interminables guías, aprovechar al máximo el libro del momento, o simplemente disfrutar del sufrimiento ajeno viéndole la cara de perro al señor que va a mi lado de mal humor, por que odia su trabajo.
Yo sí me disfruto mi paseo y la adrenalina que genera el tumbadito del andén, uno que otro cantante, e incluso al mal oliente que pide todas las noches… sin contar a la “pide-pide- la fastidiosita” y por no dejar a un lado a “Cindy, la rapera del metro” que dentro de poco graba un demo con Chino y Nacho. ¡Puro talento nacional!

Mi experiencia en las camioneticas, no es tan alentadora como en el metro. Los “chofers” suelen estar de mal humor, sudados, con hambre, fumando y escuchando reguetón. Lo malo no es que escuchen el ballenato, o la salsa erótica malandra del momento, el problema es que los pasajeros tienen que oír la música al volumen que le convenga al conductor para no dar la parada a tiempo.

En realidad a mi no me importa ir guindada en la puerta, dejar que el recolector me diga “mamí”, o que dejen que se monten lateros malvivientes o borrachitos viajeros… eso hasta se les escapa de las manos a los dueños de la línea o al mismo conductor. Pero que un idiota te trate mal por ser estudiante o adulto de la tercera edad, es imperdonable. ¡Eso me jode el paseo!

PD: Un saludo especial a los camioneteros de la ruta de “Mecedores”, por tirarlé el vuelto a los estudiantes, hablarles malandro y… tener malos gustos musicales.

Enjoy*

Frase clave de la semana: Que los problemas no me arropen, yo los arropo a ellos.

Ha sido un difícil comienzo de semana, la gente anda loca con el mundial, a mi me tienen loca mis ahorros quebrados, la intoxicante alergia, y mi repentino ataque de acne.
El cual no tiene explicación alguna… al menos que:
A) Este pasando por una versión post adolescente de transición Kafkiana.
B) Me este desarrollando por 2da vez.
C) El stress me este transformando en una horrible versión de mi, que no le basta con suficiente base y polvo para tapar la crueldad de dos o cuatro chocolates.

A pesar de mis repentinos problemas monetarios, conflictos escolares, defectos hormonales, carencia de vida sentimental, desaparición misteriosa de amigos, paro laboral forzoso, nariz constantemente enrojecida, la indiferencia de mi muso y el rechazo de mi tesis… no hay que dejar que los problemas arropen.

¡No me jodan! Mi optimismo lo escupí con mi último estornudo. Para rematar, el futbol que tanto odio y su respectiva pregunta “¿A quien le vas en el mundial?”… le voy a Corea del Norte… para que no queden dudas que de verdad odio el futbol y que me gustan los asiáticos.

Todos tienen problemas, me consuela saber que capaz y los míos no sean ni la mitad de los tuyos. No queda de otra que buscar un edredón tamaño Queen Size y lanzárselo encima a los problemas.

Enjoy*

Anoche cuando salí realmente tarde de clases, guardaba la esperanza de poder llegar a tiempo al transporte y a un digno acompañante.

Al transporte… no llegue, pero por suerte mi buen amigo Santos me esperó durante casi una hora, y su vez a él lo esperó su amigo “El parcero”. Quien gracias a su collar, inspira la nota de hoy.

Él, no es un angelito. De hecho lo conocí con otra novia, y obvio con otro collar… de esos que son un corazón desprendible. Si, esos mismos que son para marcar como propiedad privada, que hacen la función de anillo matrimonial a menor escala y suelen traer tan mala suerte como tatuarse el nombre de una jevita en el brazo.

Las mujeres adoramos cercar el territorio, algunos hombres también lo hacen, pero es poco común o menos descarado.
Marcamos con olores, pinturas labiales, dejamos objetos personales en lugares estratégicos, con collares como el del Parcero, o con fotos en el facebook.

Lo hacemos por problemas de inseguridad. Como esta la situación actual, que hasta por un teléfono te matan, no se sabe si te roban al novio también. Mejor prevenir con un buen sistema de seguridad, o poniendo en el estado sentimental de la red social “ES MIO, NO TE ACERQUES” – en una relación con…-

Otras, son más inocentes… y están tan “enamoradas” que lo hacen como un detalles sentimentalistas. Un chocolate es un detalle, una tarjeta es un detalle, el collar… amarra, el anillo compromete.

Enjoy*
Saludos a mi nuevo y esperado lector… que también tiene su sello ganadero.

Quería empezar esta nota con un sumurario bien deprimente como mi estado de ánimo, y como refuerzo negativo busque el significado de “fracaso” en Google, y si pensaban como yo que saldría mi nombre… se equivocaron. Sale mi apellido… no, mentira.
Salio un texto tan estruendosamente alentador que me hizo llorar como nenita de 5 años sin regalo de niño Jesús.

Ese fue el problema… crecer, y darse cuenta de que hay cosas que simplemente no tienen sentido. Y a veces sentimos que el mundo se nos viene encima, y no vale correr por que igual los problemas te alcanzan. Y esperas por una luz que no termina de llegar.

Fracasar debería ser un estado momentáneo, no el túnel por el que caminas hacia tu vía de escape. Resulta que cuando eso pasa, es el inicio de una ronda de fracasos de los que no terminas de aprender y entender.

Esa es la formula secreta del fracasado, no aprender y no entender que tal vez debemos hacer las cosas de diferente manera.

Hoy, mañana, ayer y el mes que viene voy a llevar mi cinta distintiva de fracasada, pero es una cinta que voy a llevar con estilo, fracasar con elegancia implica madurez, y quiere decir que tal vez hoy, ayer, o este año, no logre mis metas… pero no quiere decir que no las cumpliré.

Solo que no me voy a levantar por estas dos semanas… hay que respetar a la señora depresión y guardar luto por el señor ego.

Enjoy*