Ser inteligente jamás fue tan inútil

12:14 a. m.



Vamos a sincerarnos. Podría culpar a mis inocentes y cortos 23 años, pero no seria justo. Tal vez sea esa irremediable y visible cicatriz que me dejó el contador, cicatriz que llevo marcada en el ego y que de forma desesperada intento tapar usando maquillaje de piñata. Y entonces, cuando pensaba que seis meses de duelo serian suficientes, decido salir con  un señor respetable. Me veo reflejada en sus ojos verdes haciéndome sentir tan perfecta, tan suficiente, tan ingenua… tan imbécil como siempre. Se me congeló el tiempo, se me congeló el cerebro.

Y entonces surgen las expectativas y te golpea la realidad.
Sus arrugas eran lo de menos, aprendí a traducir palabras bajitas, ignorar ronquidos, pasar por alto rumores tendenciosos, incluso redimensioné a esa que él solía llamar María Antonia y que más tarde la descubrí como su ex. Esa misma con la que aun vive, esa que lo ama y que se deja amar por él de vez en mes, la que lo llama… esa a la que él golpea.

Mierda, la cagué.
Bebedor, golpeador, cuarentón, mujeriego y mentiroso. ¿Por qué mi ex tiene que ser tan perfecto? Se supone que me buscara algo mejor, no a Darth Vader alcohólico. Felicitaciones contador, hoy después de seis meses entendí que sigo siendo la misma idiota rota que dejaste.

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