"Te cambio mis bienes y fortuna por tu fuerza de voluntad"
2:23 a. m.
Prometo no llamarlo más.
Prometo dejar el cigarro el día del no fumador.
Prometo que esta es la última vez que me pasa.
Prometo que a partir del lunes cumplo la dieta.
Prometo que voy a comenzar ahorrar.
Prometo no comer más carbohidratos nocturnos.
Prometo ser mejor hija………………….. Pero…………….. Siempre llegan los “peros”.
Pasa algo que nunca esta planeado, llega y rompe todos tus esquemas haciéndote débil ante las añoranzas, que casi siempre son la consecuencia de una feroz falta de fuerza de voluntad.
“Fuerza de voluntad”, que fácil escribirlo y que difícil cumplirle. Todos entramos en periodo de tratamiento cuando queremos cumplir algo. Llega la añoranza y caemos en la fase de “Trato y me Miento”. Justo en ese momento, abandonamos toda esperanza de cumplir lo prometido para entrar en deuda con uno mismo.
Yo en particular no soy la mejor cumplidora de promesas, tengo tanto de político socialista como de mentirosa. Soy capaz de decir 450 mentiras en una hora… o 450 verdades a medias... o 450 promesas que no voy a cumplir.
Sin embargo, no es posible decir tantas mentiras en una hora, pero si es posible acumular 450 promesas en varios meses.
No cumplir las promesas, podría considerarse como un pecado en algunas culturas o religiones, por suerte en mi sociedad y en mi cultura es algo de cada día no cumplir las promesas.
Se ve en cada elección y en cada rincón del país… pregúntale al Río Guaire que sería navegable y libre de contaminación en el 2010 o pregúntale a los hijos de la calle, que ya para esta fecha no deberían haber.
Cumplir y prometer, dos paradigmas difíciles de ejercer.
Si bien es cierto que dejamos de lado muchas promesas; también existen otras que no podemos evitar hacer y muchos menos dejar de cumplir.
A los lectores imaginarios que tienen promesas sin cumplir y que se deben así mismos, cúmplanse. Que la satisfacción posterior no tiene precio. Es difícil ya lo sé, pero las promesas se hacen para tratar, cumplir y no mentir.
A los maravillosos afortunados que no se deben así mismos, ni a la señora de venta por catalogo, ni al seguro del carro. Mis más sinceras felicitaciones, tal vez el día de mañana decida convertirme en una cumplidora de promesas empedernida, que no se miente para no deberse.
Enjoy*
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