La Ășltima gran muerte

3:08 p. m.

DespuĂ©s de cierta edad, ya se han vivido tantas guerras, se ha derramado tanta sangre y se han despilfarrado tantos recursos que es difĂ­cil no sentir cansancio, asco, fastidio y hasta flojera de el letargo de un terreno que se hizo estĂ©ril. Muerto en su totalidad. 

¿En la muerte tambiĂ©n se siente?

Se siente el peso de lo inacabado y de los tantos fracasos, se duda de los mĂ©ritos y el sĂ­ndrome post traumĂĄtico de amores fallidos deja secuelas irreparables. 

Y se 'vive' con la contradicciĂłn de sentir tanto y nada... El pistoletazo contundente entre pecho y espalda supura cada tanto, y recuerda que nunca mĂĄs se volverĂĄ a tener pulso. 

El pulso se lo llevĂł quien tirĂł del gatillo, hombre despiadado que dio un golpe certero, dejando el tiempo detenido, la ausencia, y la inercia de la vida muerta. 

¿La Ășltima gran muerte, tal vez?

Y ahora, solo queda adaptarse a una nauseabunda corriente etérea que arrastra lenta y constantemente en el letargo de los días. Hasta poner el cuerpo verde, hinchado y podrido.

OjalĂĄ pudiĂ©ramos vivir de los recuerdos felices, de los tiempos que no volverĂĄn, y que tan sĂłlo un pulsado de latido reviviera este estanque de porquerĂ­a que llaman vida. DĂłnde nada se mueve, dĂłnde perdura la tristeza y la Ășnica esperanza es pensar en la siguiente decepciĂłn.

La decepciĂłn de una muerte verdadera que no llega. Pero ronda constantemente en el beso desesperado de quiĂ©n lo intenta. 

¿Por quĂ© hay quiĂ©n lo intenta? ¿Acaso ven el rostro desesperado de la rutina? El asco que se arrastra garganta abajo y que se atora en el esĂłfago y permanece ahĂ­... disimulando la sonrisa de quiĂ©n ya no es capaz de sentir desasosiego, esperanza, revoluciĂłn de la calma dentro de la calma, lealtad, fuego, complicidad.

Es un amor muerto. 

Es la Ășltima gran muerte. 


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