Querida onironauta perdida.
El presente tiene la finalidad de responder a sus recientes quejas,
esas en las que afirmaba que ya no soñaba, que ya no sentÃa, que como muerta o
desvelada pasaba noches aburridas.
Atendiendo
sus quejas hemos decidido redimirnos, por lo que hemos programado para usted,
una sesión completa de 14 noches consecutivas de sueños no reparadores,
angustiosos y deprimentes que la mantendrán cansada y mal humorada durante 15 mañanas consecutivas. Es nuestro deber como vigilantes del sueño lúcido atender el llamado de una de nuestras más
fervientes seguidoras.
Anoche pasé a saludar a la familia de
mi ex. Vi a la suegra más perfecta que jamás tendré. A su papá ejemplar, y a su
hermano… el jodedor que siempre está de buen humor. Con el papá converse de
polÃtica, con Aleja hablé de zapatos y ropa, y con el hermano, de su religión.
Hablé sobre mi trabajo, y les comenté sobre mi jefe gritón. Fue cuando llego
él. Se acostó como en un mueble y enseguida fui a brincarle encima… pachoncito,
gordito como cuando me querÃa. Y lloré. Lloré, porque después de tantos años me
duele, y aunque sé que ya no me quiere, igual le dije lo arrepentida que estaba
y lo tonta que habÃa sido. También le agradecà el haberme amado, y a pesar de
que el ya lo sabÃa le dije lo especial que será siempre.
Me desperté llorando. 15 dÃas más para
llorar.
Tuve la oportunidad perfecta para
morir. Rápido, ipso facto, sin dramas y casi accidental.
Cruzaba de forma azarosa con el semáforo
en verde, advirtiendo que ese gran camión se comÃa la luz, con el paso firme y
la mirada altiva, decidà seguir. Mi corazón se detuvo, mis pupilas se dilataron…
era el momento. En el último instante, supe que el no se detendrÃa y yo
tampoco, y finalmente a escasos milÃmetros... corrà por mi vida.
“Dios por favor, hoy me quiero
morir” fue lo último que dije justo antes de salir de casa. Escuchó mis
plegarias, y en el último momento mi instinto de supervivencia me jugó una
terrible mala pasada, perdà mi mejor oportunidad para morirme hoy. Los allegados se perderÃan el inicio del
mundial. A los no allegados les darÃan el dÃa libre para celebrar… era el dÃa
perfecto para morir.
Mi perro, mi pobre Lucas,
quedarÃa desamparado. Y sin embrago, no me dio tiempo de pensar en el. Solo
corrÃ. Correr cobardemente por la vida… por mi vida?
Tripas, corazón y piel… todo
regado frente a mi lugar de trabajo, pobre conductor. Con eso aprenderÃa a
respetar los semáforos en verde. “A a periodista la mato un autobús que venia
soplaó, la muchacha bajita de pelo corto” alguien llorando por mÃ, diciendo lo
buena que yo era.
Y la causa que tanto me aguardaba, la razón de mi existir, decepcionada dejarÃa de esperar por mi.
Y ahora soy yo, quien decepcionada aun la espera.
Enjoy*