Era sencillo contarte lo que cada noche soñaba porque yo confiaba en ti, estabas a mi lado sin importar la distancia. Y un dÃa, cruzabas rápido y te impulsabas abriéndote paso rompiéndome las costillas.
Fue un golpe seco, metal rompiéndose, algo se astillaba. Es la violencia de la decepción.
Desde el piso me miro un hueco en el estómago, la ansiedad se calienta en la base de la garganta y empuja hacia algún lado como vómito caliente contenido. Asà se siente el amor acumulado que se te pudre en el espÃritu, es la frustración mientras te veo.
Me tomas de las manos, me rezas un AvemarÃa, muerdes mis vÃsceras, y me amas infinitamente mientras arrebatas aquello de gran valor, te miro y defines las exigencias de mis amores presentes y me sigues anclando a la desilusión por un futuro que no llega. Pisas fuerte ahà donde más me duele.
Pero me amas, me amas tanto que desde tu altura volteas a mirarme ocasionalmente para que yo te pueda admirar.
Sin vértigo te lanzas al vacÃo, otra vÃctima te sostiene. En tu camino se juega sucio, se rompe lo que se tenga que romper y se mata lo que se tenga que matar.
Me dejas amarrada a la nada y medio viva en este camino de resignación.